23 julio 2010

...devuélveme mi pelo!

Odio a los peluqueros. Los odio con todas las fuerzas que pueden proyectar, en conjunto, mi cabeza y mi alma y mi cuerpo. Los detesto. Y eso es decir poco.

Odio el gusto malsano que les provoca cortar el pelo de uno hasta dejarte casi calvo. Odio esa relación obsesivo compulsiva con las tijeras que se apoderan de sus manos cuando caes en su silla. Odio esa mirada que proyectan en el mismo espejo en el que ven a sus víctimas.

Los odio. Y a tí te odio más. ¡Maricón!

Por esa mirada de asco que me echaste nada más pisar la peluquería. Por ese desprecio que quisiste disimular cuando te pedí que me hicieras el corte que quería. Por ese "...yo te veo más informal" que me soltaste sin siquiera conocerme. Por ese para nada sutil: "...eso debes llevarlo de punta en blanco, súper arreglado, súper peinado". Por dejarme de nuevo sin pelo a pesar de que te dije mil veces que me cortaras sólo las puntas. Estoy otra vez como un niño. Peleada y sin hablarme con ese que ahora veo del otro lado del espejo. Con ese que me mira desafiante retándome a que me agrade.

¡Pues no! ¿Me has oído? Es la última vez que paso por tus manos. No tienes derecho a hacerme sentir así. A mirarme con esa cara de desprecio. A decirme que tengo que echarme el tinte. A insinuarme que no me arreglo. A verme como un pedazo de carne que trocearás con tus tijeras de matón.

No volveré a cortarme el pelo contigo en la vida. Si es por mí, te morirás de hambre hasta tener que desangrarte tú mismo la cabeza con tijeras punta Roma.

...¿y ahora qué?
¡Devuélveme mi pelo!

17 julio 2010

...quizás sea hora de volver a huir.

[You're half the world away
Half the world away
Half the world away
I've been lost I've been found but I don't feel down]
Oasis

Estoy acostada en el piso de mi cuarto. Mirando al techo blanco. Ha pasado ya más de una hora. Hago balance. Eso que tanto me gusta. Eso que, en los últimos días, tanto me cuesta.

Vine a España en diciembre de 2007 buscando parte de la vida que luego me tocaría vivir. Estaba clara de lo que quería. Estudiar en esa escuela. Vivir de la fotografía. Y sentirme segura en el trayecto.

A pocos días de comenzar el 2008, todo se trastocó drásticamente. Lo conocí a él. A este espécimen. Mi español. Muchas cosas pasaron a partir de ese viaje a Zaragoza. Y sin embargo, hoy me cuesta creer que ese día en que nos despedimos, ese en que lo besé con los ojos llenos de lágrimas, ese en el que lo vi partir mientras también partía yo, sería de hecho la última vez que lo vería.

Regresé a Venezuela. A medio mundo de distancia. A mi casa. A empacar lo que conocía de mi vida, para meterla en muchas cajas y traérmela de vuelta a España. A esa nueva vida que comenzó hace poco más de dos años.

Es difícil darse cuenta de lo mucho que ha cambiado todo.

Hoy extraño esas razones que me trajeron a España. Extraño los días de descubrirme en sus calles. De abrirme paso entre su gente. De sentirme lejos de su acento. Extraño buscarme en sus fotos. Extraño el recordar esas noches.

Ya no me queda nada de lo que me trajo aquí en un principio. A la escuela ya no quiero volver. De la fotografía sólo he logrado alejarme. Y él tampoco está.

A un rato de haber terminado de hacer mi balance, mi vida está tan en blanco como blanco es el techo que pasé observando los últimos minutos. Mi cuenta está en cero.

Sigo estando en España, pero me siento a medio mundo de distancia. Me he perdido y no he encontrado la manera de encontrarme. Y a estas alturas del cuento, si que me siento terriblemente confusa.

Quizás sea hora de volver a huir.

09 julio 2010

...y él dice

"...eres el carbón de mi caldera..."

:)

...el corazón de piedra

Tengo 7 años. Estoy en segundo grado de primaria. Visto chemise blanca y pantaloncito azul. Zapatitos negros. Cabello corto. Estamos todos en el parque. La profesora está sentada en un banquito mientras habla con otra mujer. Echa un ojo aquí y allí y luego sigue en la conversación. En este cuento somos dos. Fernando y yo. Estoy acostada boca arriba en el suelo. Fernando arrodillado a mi lado. En el bolsillito de mi chemise hay una piedra. Una piedrita del tamaño de un puño de un niño de siete años. Él la saca de allí. Y me dice que estoy lista. Que ya puedo levantarme. Lo hago. Y salgo corriendo. Él me sigue. ¡Me ha librado del corazón de piedra!

Me parece curioso cómo las personas variamos con el tiempo.

Un año después de la extracción de la piedrita, llegó Luismi a nuestro grupo. Quedé prendada de él, quizás desde el primer día del tercer grado. Y así fue hasta que terminamos el sexto. Fue mi primer noviecito y, también, mi primer beso. Me encantaba lo blanquito que era. Su cabello oscuro. La forma de sus ojos. Sus manos. Y ese olor característico del gel de cabello que le echaba su mamá.

Como estudiamos la secundaria en colegios distintos, no nos vimos por mucho tiempo. Cuando nos reencontramos ya estábamos en la universidad. Él en Ingeniería. Yo en Periodismo. Éramos los mismos y, sin embargo, ya no éramos los de siempre. Había algo que nos diferenciaba del cielo a la tierra. Y aún hoy no sé decir con exactitud qué era ese algo. Pero estaba allí. Me chocaba un tanto en lo que se había convertido. En el de las bromas sin sentido y algo insultantes. En el de los juegos de cartas y las tardes de futbolito. En el de los viernes de cerveza. En el de la chica bonita de la clase y el carro con tubo de escape estridente. Habíamos cambiado. Ya no se parecía a lo que yo había conocido de él. Mientras él se encerraba en clases de cálculo y lógicas cuadradas, yo divagaba por ensayos de literatura y libros de análisis del discurso.

Irónicamente Fernando y Luismi son primos. De pequeña, yo moría por Luismi. Ahora, cuando los años del colegio han acabado hace ya mucho tiempo, puedo asegurar que hoy en día moriría por el chico en que Fernando se ha convertido. Diseñador e ilustrador. El chico de los lentes de pasta. Del sombrero y ropa trendy. El de las conversaciones de arte. El de las historias de color. El de los viajes interesantes. En fin, alguien totalmente distinto a aquel niño de siete años con quien solía jugar.

Hoy el tiempo me golpeó con el recuerdo de esa mañana en el parque. Quizás porque debo darme cuenta de lo que era y de lo que soy. De cómo voy viajando en el tiempo. De cómo me ha cambiado lo que he estudiado y lo que me ha tocado vivir hasta ahora. De lo que me gustaba antes y lo que prefiero hoy. Porque debajo de la piel hay mucho más que huesos. Hay toda una maquinaria que, entrañablemente, te hace humano. Aunque reniegues de ella y de ello.

No sé a qué jugábamos esa mañana. Con el tiempo lo he olvidado.
...quizás es que, una vez más, necesitaría que me librasen del corazón de piedra.

06 julio 2010

... Hup Holland Hup!!!

"Nederland oh Nederland
Jij bent de kampioen
Wij houden van Oranje
Om zijn daden en zijn doen"
(por German Herrera)

...por todos los partidos que hemos perdido.
...por el 94, el 98.
...contra Italia, Argentina, Brasil.
...por hoy y por los que queden por venir.

...en mijn kadootje :)


...muy poco cerebro, ¡coño!

El Mundial es un caos que saca lo peor de cada uno.

En mi vida había conocido gente más tosca para decir las cosas que los españoles. Y es que no se las piensan ni un pelo. Sueltan lo primero que se les viene a la cabeza y ya está. Y cuando es el Mundial y su equipo está haciendo (por fin) algo, mucho más. Porque se creen que tienen derecho a todo.

Hoy juega Holanda contra Uruguay. Se juega su paso a finales. Por supuesto, tengo los nervios y las emociones a flor de piel. Voy al bar antes de subir a casa para cerciorarme de que, efectivamente, podré ver el partido allí. Hay, aparte de Antonio, el chico del bar, dos hombres. A uno, el mayor (y, por supuesto, el más pelotudo, porque la idiotez se agrava con la edad), no se le ocurre mejor sandez que decirme: "¿Pero mujer, de qué te vas a preocupar, si Holanda ya la tiene ganada? Preocúpate cuando le toque con España. Si hoy es contra los Panchitos." Cierre de oro. La guinda del helado. La nata de la torta. Aplausos por favor. Si no se veía tan idiota calladito. Pero claro la verborrea no se para. La lleva en los cojones. Y por allí mismo tiene que salir. Porque la boca la tiene de adorno. Y porque un imberbe así sólo puede expresarse de esa forma.

Mentalmente vengo toda la cuesta a casa repitiéndome: ¡Si si. Me preocuparé contra España. Eso si pasa contra Alemania, claro! [Inserte aquí Risa pérfida y morbosa] Y no precisamente porque tenga algo contra el equipo. Sino porque semejante comentario me parece totalmente absurdo, fuera de lugar y totalmente irrespetuoso. Digno de comentaristas de TV y de radio. Redactores de prensa e internet. Y un largo etc. que se extiende a todos los que puedan opinar ahora mismo sobre la selección española de fútbol.

Y es que, qué poco se piensan las cosas coño. ¿Qué demonios sabe él quién soy yo para soltar semejante barbaridad? Si, tendré pinta de holandesa, pero soy venezolana. Soy "panchita". La gente debería aprender a callarse cuando no sabe a lo que atenerse. Es más cauto. Y más educado. Pero de eso aquí, por lo visto, no hay mucho. Además, me digo yo misma, si los "panchitos" han llegado hasta allí, por jugar mal no será. Digo yo ¿no? Aunque bueno, como somos "panchitos", he de suponer que eso califica como discapacidad en enésimo grado y su conllevado retardo mental, sólo porque si. Porque somos del otro lado del charco.

Si. Definitivamente el mundial saca lo peor de todos y cada uno de nosotros.

Los "panchitos" que en Modo Lameculo sacan sus banderas españolas al balcón, porque por un mes se olvidan de que para los españoles somos eso, simples "panchitos" que venimos a hablar mezclando eses y ces a diestra y siniestra, a quitarles el trabajo, a faltarles el respeto (si, claro, nosotros), con un colorcito más oscuro del habitual y una cultura bestiaria que para nada cuadra con la de ellos (aún cuando se jactan de decir y recalcar que nos "descubrieron", osea que, por ende, nuestra cultura desciende de la de ellos, mucha vergüenza).

Los venezolanos que, a pesar de no verlos esta vez, siguen sacando sus banderitas de Brasil porque son tan descerebrados que le van a un país que no es el suyo, sólo porque: a.- por razones obvias, Venezuela no va al Mundial y b.- porque a modo de loritos solo saben decir "Brasil juega súper bien, osea son el mejor equipo del mundo y hello ganan siempre...", como si eso ya los convirtiera a ellos en ganadores también. Lo dicho: descerebrados.

Los españoles que tras haber llegado a donde lo han hecho, piensan que son los dueños y señores del mundo. Vale. A cualquiera le emociona que el equipo al que apoya llegue lejos. Eso lo entiendo. Pero de allí a ser animal, racista e imbécil, no hay perdón. Este señor, me refiero al del bar claro, y muchos otros que andan por allí alebrestados, deberían tomarse un ibuprofeno y calmarse un poquito. España tiene un buen equipo. Ciertamente. Indiscutible. Pero ahora mismo, creo que no me engaño cuando digo que este ha sido el mundial con más sorpresas de los últimos años. Todas las quinielas, las porras, o como demonios quieran llamarles, se han venido descalabrando escandalosamente porque todos los grandes se han caído de la misma forma. Así que, no me extrañaría para nada que los "panchitos" ganaran a Holanda, y de paso a Alemania, y se alzaran con el trofeo a pesar de la vergüenza que eso le causaría a los de este lado del charco.

Si si. El nacionalismo exacerbado. Mucho equipo de ensueño. Mucha roja. Mucho fútbol. Mucha pasión. Mucho juego. Mucho todo.

¡Pero muy poco cerebro, coño!

02 julio 2010

...

"...why did you live? because I had something worth living for!..."

[Harry Potter]

...geluk hebben

(obviamente: por German Herrera)


...el tenerte a tí por aquí!