23 julio 2010

...devuélveme mi pelo!

Odio a los peluqueros. Los odio con todas las fuerzas que pueden proyectar, en conjunto, mi cabeza y mi alma y mi cuerpo. Los detesto. Y eso es decir poco.

Odio el gusto malsano que les provoca cortar el pelo de uno hasta dejarte casi calvo. Odio esa relación obsesivo compulsiva con las tijeras que se apoderan de sus manos cuando caes en su silla. Odio esa mirada que proyectan en el mismo espejo en el que ven a sus víctimas.

Los odio. Y a tí te odio más. ¡Maricón!

Por esa mirada de asco que me echaste nada más pisar la peluquería. Por ese desprecio que quisiste disimular cuando te pedí que me hicieras el corte que quería. Por ese "...yo te veo más informal" que me soltaste sin siquiera conocerme. Por ese para nada sutil: "...eso debes llevarlo de punta en blanco, súper arreglado, súper peinado". Por dejarme de nuevo sin pelo a pesar de que te dije mil veces que me cortaras sólo las puntas. Estoy otra vez como un niño. Peleada y sin hablarme con ese que ahora veo del otro lado del espejo. Con ese que me mira desafiante retándome a que me agrade.

¡Pues no! ¿Me has oído? Es la última vez que paso por tus manos. No tienes derecho a hacerme sentir así. A mirarme con esa cara de desprecio. A decirme que tengo que echarme el tinte. A insinuarme que no me arreglo. A verme como un pedazo de carne que trocearás con tus tijeras de matón.

No volveré a cortarme el pelo contigo en la vida. Si es por mí, te morirás de hambre hasta tener que desangrarte tú mismo la cabeza con tijeras punta Roma.

...¿y ahora qué?
¡Devuélveme mi pelo!

1 comentario:

Unknown dijo...

Que feo. Te trasquilaron. Tambien me ha pasado... donde es esa peluqueria para no ir?
Lo bueno del cabello es que siempre crece...