27 agosto 2010

...sigo adelante y cruzo la calle

lo veo allí. sentado justo enfrente de mí. el bus se mueve. el bus nos mueve por la ciudad. lo veo casi todos los días. bien de ida. bien de vuelta. en las mañanas. o en las tardes. siempre los mismos patrones. él: blue jean, camiseta negra, bandolera verde militar y flip flops de cuero. yo: enchufada en mi iPod, a mi bola, inmersa en el solitario. así vamos siempre. siempre, menos hoy. esta mañana levanté la mirada. y la crucé con la suya. no sé muy bien el por qué. sólo sé que lo descubrí, una vez más, allí al frente. recién duchado. en mi mente podía incluso oler el perfume de su jabón. adivinar el paso de agua por su cara. sentir la tersura de su piel. sé que es gay. para eso tengo un sexto sentido. pero casi puedo jurar que lo quisiera de amigo. y es que, lo veo tan frágil. tan humano. hoy lo descubrí en un mal día. cabizbajo. arremolinado en un entrecejo fruncido. en el medio de un tornado. en un duelo a muerte. pensaba y luego, muy sutilmente, sólo para él mismo, negaba con la cabeza. era definitivo. no era un buen día.

y yo allí. justo al frente. me dediqué al abandono de mi solitario juego de cartas. me aventuré al precipicio de imaginar qué le preocupaba. le conozco tanto. y a la vez tan poco. lo veo cruzado de brazos. y yo sólo espero cruzar alguna palabra. ser capaz de decirle hola. de presentarme. de conocerle. me apetece decirle que sonría. y que no importa si es un mal día. él todo lo puede con una sonrisa como la suya. pero, seamos honestos, ¿quién habla con un desconocido en el bus? yo no. y casi puedo asegurar que él tampoco. por muy mal rato que esté pasando. quisiera preguntarle si está bien. aunque es obvio que no es así. está cabreado. su frente y sus ojos lo delatan. pero tenemos público. y yo con el público no funciono. así que me las ingenio para regalarle una ininteligible sonrisa del tipo mona lisa. algún detalle que no sea tan evidente. algo que sólo él descifre. para que entienda que es con él. pero nada. nada funciona. él continúa batiéndose a duelo con su mente. y yo sólo estoy de testigo. y de manos atadas. por un momento soy muda. no sé pronunciar palabra. no me sale sonido alguno de la boca.

llegamos. el bus se detiene. parada final. nos cruzamos de nuevo. él baja. yo le sigo. sé que se queda una calle antes de la mía. así que todavía hay tiempo. no. no lo hay. saca el móvil y se enfrasca en alguna conversación temeraria. aunque yo sigo oyendo al iPod casi puedo adivinar su tono de voz. lo que me pregunto es con quién habla.

pero no hay nada más que hacerle. quizás más tarde tenga más suerte. así que sigo adelante y cruzo la calle.

1 comentario:

Unknown dijo...

lo pude visualizar todo en mi mente, el paisaje, los cambios de ánimo, los personajes, todo.

me gusta cuando cuentas historias