06 enero 2013

...no baby.

...y aquí vamos una vez más.

Al principio, susto. No saber qué esperar. No sentirme preparada. Pensar que no era el momento. Que no estábamos listos. 

Sangre. Un ataque de pánico. Todo fuera de lugar. Y las lágrimas que comenzaron a bajar. Y volver al trabajo. El abrazo de Alito, haciéndome sentir que todo iba a estar bien, sin importar lo que pasase. Haciéndome sentir grande, adulta. Tranquilidad.

Llegar a casa. Agua caliente. Esa ducha que tanto anhelaba. Y más de ese sentimiento extraño. Dejé el agua correr y esconder mis lágrimas. Mi miedo. 

Pasaron los días. Navidad. Luz en todas partes. Árboles llenos de bolitas de colores. Regalos. Amor. Una difícil etapa. Desconocida. Lejos de casa. Cero familia. Más lágrimas. 

Gripe. Un casa ajena. Una familia dándome la bienvenida. Haciéndome agradecer lo que hace tanto tiempo no tenía. Y, de repente, una mano en mi panza diciendo: "Baby?". Otro ataque de pánico. La espera. 

Te acostumbras a pensar. A re-pensar. ¿Qué pasará? ¿ Cómo haremos? Al final todo se reduce a dejar el miedo. A apretarse los pantalones y seguir caminando. Porque el mundo no se detiene. Y tampoco puedes hacerlo tú.

Mirarse al espejo y sentir que la barriga va creciendo. Sentir cosas raras en las mañanas. Náuseas de vez en cuando. Cambios de temperatura.

Y llega el día. Las 21 pastillitas coloradas se han acabado. Sin embargo, no puedes decir lo mismo de la espera. Cuatro días. Horas. Minutos. Segundos. Nada.

Te derrites con cuanto bebé ves por la calle. En la TV. Pensar en fututo. Más miedo. Pánico. ¿Cómo hacer con el idioma? ¿Cómo hacer con el hecho de ser 'buitenlander' y de no dominar el lenguaje al 100%? ¿Cómo hacer con el tiempo o la falta de el? Shhhhh. Apaga el cerebro. Desconecta la vocecita esa fastidiosa. Sonríes. Sólo quieres que sea sano. Que tenga sus dos ojitos, dos manitas, diez deditos. Que sea sano.

Un domingo cualquiera, digamos hoy, te levantas y ves sangre. Pánico. Tristeza. Ya no hay panza. Ni cosas raras en la mañana. Hay ausencia. Las náuseas seguro eran estrés o falta de comida. Los cambios de temperatura eran sólo un SPM un poco más exagerado que el de costumbre. Lo mismo: tristeza. 

No baby.

...y aquí vamos una vez más. Pero con más fuerza que nunca. Has descubierto lo que quieres. Lo que puedes. Sabes que, cuando venga, será bien recibido. Porque estás preparada para ello. Porque lo quieres. Porque, después de todo, si que lo llevas en ti. Aunque no lo hayas comentado con nadie. Aunque haya sido tu secreto todos estos días.



1 comentario:

Unknown dijo...

oh mi dios, en verdad estoy viendo bebés por todas partes

*pánico*