29 marzo 2010

...paréntesis

...ya el tacto se ha disuelto. No es palpable ni presente. Ya no hay manos para tomar y enlazar. Y la visión se va nublando tras la ausencia. Ya no hay besos ni miradas fortuitas. Ni hay paseos por las calles de piedra. No hay visitas a lugares desconocidos. Ni comidas a la luz de la noche. No hay caricias para preceder al beso. No está la mano que navega en el cabello. Ni la boca que, a tientas, busca a la otra para fundirse. No hay tacto. Se ha disuelto. La mano está vacía. Nada por tomar. Los ojos sin nada que observar. Y ahí está. Un cuerpo inerte y suspendido en la nada. Una memoria con recuerdos que van desgranando el alma. Lo que fue y lo que dejó de ser. Lo que no es y lo que no será. Y el cuerpo sigue andando. Pero necesita más. Anhela una mano para sentir. El tacto por las calles de piedra. Por los lugares desconocidos. Las comidas a la luz de la noche. El beso que fue. La mirada. Las caricias. El encuentro y la entrega. Y es que necesita que el tacto sea tangible. Y que se haga presente. Y la ausencia se disuelve.

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