14 mayo 2010

...apuntes imaginarios del disparate masculino

Caso III. El Periodista.

Narraría todos los eventos de la casa como si fuesen casos de relevancia nacional. Por ello, cuando hablásemos, me miraría fijamente escrutando todas y cada una de mis expresiones. Como si de una entrevista se tratara. Mi testimonial sería analizado desde cada arista posible. Descifrando cada palabra. Analizando todo mi discurso. Mi contexto. Estudiando la coherencia de toda mi alocución. Mientras tanto, tomaría apuntes certeros en alguna de sus miles de libretitas y luego haría el comentario apropiado y justo. Y, por supuesto, alguna que otra pregunta pertinente o imprescindible. Siempre mirando a los ojos. Observando gestos.

Para discutir de las decisiones trscendentales de pareja se convocaría una rueda de prensa. Pregunta y respuesta. Con un público imaginario. Pero con la seriedad característica de un periodista (eso si, sin el vaso de whisky). Y en algún momento, luego de horas y horas de acalorados debates, llegaríamos a un acuerdo. Algún punto en común.

Muy probablemente llevaría un blog, alterno a su trabajo habitual, donde escribiría anécdotas más personales. Todo con un tinte propio. Hablaría de mí. Siempre disfrazando mis defectos o virtudes tras la personalidad de otros, de personajes ficticios. Pero escribiría sobre mí, lo sé. Y yo lo leería para verme estudiada por él. Para saber cómo soy a los ojos de quien amo. Obvio, yo también escribiría de él. Sin que él lo supiera, claro. Y siempre lo haríamos el uno al lado del otro. En sillones contiguos de la misma habitación. Cada quien en sus propias letras. En su prosa. Pero compartiendo una taza de té además de esta incansable afición por la escritura.

Por las noches, bajo las sábanas, utilizaríamos la luz de la misma lamparita para leer buenos libros. Intercambiaríamos historias. Argumentos de libros. De películas. De guiones de teatro. E incluso desmenuzaríamos letras de las canciones de nuestros grupos favoritos.

Estoy segura que mi vida al lado de un periodista sería un periódico propio. Y se actualizaría minuto a minuto. Una suerte de informe semanal. O, simplemente, toda una novela.

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