08 junio 2010

...hormonal

Salgo de la oficina y ya me voy calentando. Siento una punzada en la cabeza. Y a medida que sigo pensando, la presión es mayor. Se me hace un pliegue entre las cejas. Los ojos se me ponen pequeños. Como una línea. Estoy iracunda.

Quiero mandar todo y a todos al grandísimo país de los plátanos.

A la desconsiderada que apaga el aire acondicionado de toda la planta sólo porque a ELLA le dio frío. Carajo, apaga el aire de tu oficina y déjanos al resto congelándonos si nos da la gana.

Al viejito gruñón de administración. ¿Es que apenas me ves entrar no puedes reprimir los deseos de decir "NO"? ¿Sabes, al menos, algún otro monosílabo? Para la próxima, déjame aunque sea decirte lo que necesito. Ya luego, si quieres, si te hace tan feliz, atragántate con todos los NO que me vas a responder. Pero CO ÑO, déjame preguntar. ¡Amargado!

Al idiota de la clase que lo único que sabe repetir desde que comenzamos el máster es: "son unos hijos de puta". Vale, si. Tienes razón. Ya nos hemos dado cuenta. Pero ya a estas alturas es como que tarde para hacer algo. Si lo sabías desde el principio, ¿por qué no te saliste del curso antes.? Qué ganas de incordiar al resto. Por Dios. Yo también ando harta de la escuela, del máster, de los profesores, de las fotos del "creativo", de la inepta que pregunta y pregunta y sigue preguntando sin importarle cansar a los demás tratando de ser inteligente mientras descubre ante todos su descerebrado ser. Y a pesar de sentirme así, no parezco una repetidora agonizante.

A las madres que ponen a sus hijos a orinar en plena calle, mientras les sostienen el pito, sin respetar al resto de mortales que transitamos a su lado y que tenemos que ver el espectáculo. Una de dos. O les ponen pañales hasta que aprendan a controlar sus ganas. O entran a cualquier bar para que sus niños hagan lo que tienen que hacer. Que para eso bastantes bares hay en Madrid. No voy yo por la calle bajándome los pantalones y agachándome en cualquier rincón que veo cuando me dan ganas de ir al baño. ¿Es que no tienen sentido común y respeto por el otro?

Incluso al innombrable. Por ser italiano. Por ser venezolano. Por ser y existir. Por haberme dejado como un trapo. ¡Pues más trapo serás tú! Y, en fin, a todos los hombres en general que prometen y prometen cual político y al final nunca cumplen. Porque si. Porque me da la gana de que les salpique a ustedes también hoy.

A la menstruación que me tiene hinchada, con vaporones, de mal humor, sensible y atrofiada. Termina de venir de una vez o no me jodas más la paciencia. Porque así no soy gente. Estoy hormonal. Y ya se vale.

1 comentario:

Rosa A. dijo...

Yo no estoy hormonal; sin embargo, también me gustaría mandar al grandísimo país de los plátanos a todos los hombres que prometen y prometen y que, al final, nunca cumplen. No, Cindy, en mi caso no es porque esté hormonal. Sencillamente es que me acabo de enterar de que mi ex se casa el viernes... ¿Tendrá eso que ver con sus hormonas (masculinas)?