10 abril 2010

...Adictos Anónimos

Hola. Mi nombre es Cindy Engberts. Y soy Adicta.

Nunca pensé que podría confesarlo tan abiertamente. Sin embargo, en los últimos años he desarrollado un sentido del absurdo que me hace soltar a bocajarro todos los defectos que conviven en mí diariamente. Critico y me critico. Observo y me observo. Me burlo de ella, de él, de aquellos, de nosotros, de mí.

Hoy vengo a declararme culpable. Soy adicta. Con cada una de sus letras. Con todo el sentido y la carga que conlleva.

Soy adicta al orden mental y escrito. Debo mantener ordenado el continuo paso del tiempo. Amo los calendarios y las agendas. Muero si no apunto todo. Lo más absurdo. Lo imprescindible. La costumbre rara del qué esperar de cada día. Lo que haré. La cuenta regresiva de lo que falta. La planificación del tiempo. Si. Es un poco bizarro. La vida se consume tan rápido como un fósforo. Los días arrasan con todo a su paso. Y mientras algunos prefieren mirar al futuro recordando de vez en cuando al pasado, yo vivo recontando el paso de los días y el camino de mi vida.

Soy adicta a las compras. Puedo vivir austeramente. Sé administrarme y llevar las cuentas de forma justa y práctica. Pero las tiendas me vuelven loca. La ropa. Los zapatos. Las carteras. Soy adicta a irme de tiendas. Es mi terapia. Algunas prefieren un spa donde las consientan con masajes de barro o de chocolate, en baños de sauna o con tratamientos de belleza. Yo no. Yo soy más barata. Yo me conformo con recorrerme mil tiendas y comprarme al menos una camiseta o alguna baratija que me guste. Las rebajas son mi fuerte. Eso si, aún con una economía ajustada y controlada, soy adicta a llevar una bolsa en la mano.

Soy adicta a los libros. Me encanta coleccionarlos. Los saco de los estantes. Observo la portada. Leo la contraportada. A veces el prólogo. Cuando no me miran, abro el libro por la mitad y pego la nariz a las páginas. Inhalo. Exhalo. Amo su aroma. A primeras lo que me llama la atención es la portada. Si me gusta, la mayor parte de la venta ya está hecha. Luego me los devoro. Puedo leer entre dos y cinco libros por semana. Vivo sus historias como si me las estuviesen tatuando en el cuerpo. Las siento. Las río. Las sufro.

Por último, pero no menos importante, debo decir que soy adicta a los cuadernillos. Tengo millones. Unicolores. De flores. A rayas. Enormes. Pequeños. De todo tipo. En mi mesa de noche siempre hay uno. Típico que cuando sufro de insomnio me pongo a pensar en mil tonterías de las cuales luego salen las cosas que escribo. El comienzo de una historia. El recuerdo de un momento. Las palabras justas. Las frases precisas. Lo inconcluso que luego se materializa por ésta vía. Y, de vez en cuando, algún dibujo. O, como diría germanh "algún mono".

Y así como éstas, tengo alguna que otra fijación más que me hace pertenecer al club de los Adictos Anónimos. Tengo la tarjeta de miembro. La fecha del baile está apuntada en mi agenda. El conjunto perfecto guardado en el armario. La descripción del evento en aquel libro de allá. Y la historia inconclusa que habita en las páginas de alguno de mis cuadernillos, con seguridad terminará reflejada por este monitor.

Este es sólo el primer paso.
Mi nombre es Cindy Engberts. Y soy adicta.

2 comentarios:

Unknown dijo...

nada de adicta, lo que pasa es que te gustan las cosas buenas de la vida... espera... acaso la negacion no es como la segunda etapa?

oh rayos!... como que tambien soy adicto

Paperback Writer dijo...

Todos llevamos un adicto por dentro...

Hermoso leer tus palabras de nuevo...