[Clear eyes. Full hearts. Can't lose!
Friday Night Lights]
Si he de confesarme, debo decir que nunca he sido religiosa. No soy devota ferviente ni nada que se le parezca. De hecho, bien podría calificar como atea. Sin embargo, todas las noches, en ese momento en el que me debato a duelo con el sueño (o la ausencia de este), intento rezar. A mi manera. Porque mi fé se basa en hablar con aquellos que han dejado de estar. Porque mi fé se basa en conversar conmigo misma. Mi fé trata de poner en blanco mi cabeza, rememorando todo lo que tengo y todo lo que quiero. Porque ante todo, mi fé siempre ha tenido que basarse en el conocimiento que tengo de mi misma.
Doy gracias por todo lo que tengo. Porque soy afortunada. Porque tengo más de lo que puedo necesitar, más de lo que muchos otros tienen. Doy gracias porque tengo un techo bajo el que dormir, una casa en la cual vivir y comida con la cual mantenerme en pie. Doy gracias porque mi madre, que es lo único que realmente he tenido y tengo en la vida, está sana. Doy gracias porque ha sobrevivido a todo para estar conmigo hoy en día. Doy gracias porque por ella soy como soy, para lo bueno y para lo malo. Doy gracias por tenerla a ella como madre. Doy gracias porque tengo salud y porque con ella me planteo llegar a donde quiera.
Pido perdón por todas las cosa malas que pienso, hago o digo. Pido más perdón cuando las he hecho aún a sabiendas que está mal. Pido perdón por mi soberbia o por mi mala conducta. Pido perdón porque fallo como humana. Pido perdón por mis errores. Por los que he cometido y por todos los que me quedan por cometer.
Por favor. Por favor. Por favor...
Pido salud. Para ella, porque si ella está bien, yo sabré cómo seguir adelante.
Pido sabiduría. Para saber cómo reaccionar ante todo lo que pueda encontrarme en el camino.
Pido fuerza. Para sobrellevar todo aquello que en un principio pueda derribarme.
Pido entereza. Para mantenerme firme pese a todo.
Pido ayuda. Para saber cómo levantarme en los momentos en que caiga.
Pido paciencia. Para no desesperar.
Pido comprensión. Para aprender a no ser tan dura conmigo misma.
Pido un poco de orgullo. Para convencerme de que no soy todo lo malo que me creo.
Pido protección. De todos aquellos que nos miran desde donde sea y que saben quiénes somos realmente.
Pido compañía. Para no sentirme tan sola en el camino a lo que quiero.
Pido compasión. Porque creo que a veces la merezco.
Pido fortaleza. Para que este sea sólo el primer paso del resto de mi vida.
Y luego trato de tener en mente que cuento conmigo. Que sólo yo sé lo que pienso y lo que siento. Y más importante, lo que quiero. Que sólo yo sé cómo reaccionaré y qué haré. Me recuerdo que sólo tendré mis manos para levantarme a mi misma y quitarme el sucio que deja la caída. Y vuelvo a pedir el tener la fuerza y el ánimo suficiente para hacerlo todas las veces que sea necesario.
Porque si hay algo que he aprendido en estos veinticinco años es que con los ojos fijos en el camino, un corazón lleno de fuerza y con el ánimo siempre tocando a tu puerta, no es válido perder.
Por favor. Por favor. Por favor...
Doy gracias por todo lo que tengo. Porque soy afortunada. Porque tengo más de lo que puedo necesitar, más de lo que muchos otros tienen. Doy gracias porque tengo un techo bajo el que dormir, una casa en la cual vivir y comida con la cual mantenerme en pie. Doy gracias porque mi madre, que es lo único que realmente he tenido y tengo en la vida, está sana. Doy gracias porque ha sobrevivido a todo para estar conmigo hoy en día. Doy gracias porque por ella soy como soy, para lo bueno y para lo malo. Doy gracias por tenerla a ella como madre. Doy gracias porque tengo salud y porque con ella me planteo llegar a donde quiera.
Pido perdón por todas las cosa malas que pienso, hago o digo. Pido más perdón cuando las he hecho aún a sabiendas que está mal. Pido perdón por mi soberbia o por mi mala conducta. Pido perdón porque fallo como humana. Pido perdón por mis errores. Por los que he cometido y por todos los que me quedan por cometer.
Por favor. Por favor. Por favor...
Pido salud. Para ella, porque si ella está bien, yo sabré cómo seguir adelante.
Pido sabiduría. Para saber cómo reaccionar ante todo lo que pueda encontrarme en el camino.
Pido fuerza. Para sobrellevar todo aquello que en un principio pueda derribarme.
Pido entereza. Para mantenerme firme pese a todo.
Pido ayuda. Para saber cómo levantarme en los momentos en que caiga.
Pido paciencia. Para no desesperar.
Pido comprensión. Para aprender a no ser tan dura conmigo misma.
Pido un poco de orgullo. Para convencerme de que no soy todo lo malo que me creo.
Pido protección. De todos aquellos que nos miran desde donde sea y que saben quiénes somos realmente.
Pido compañía. Para no sentirme tan sola en el camino a lo que quiero.
Pido compasión. Porque creo que a veces la merezco.
Pido fortaleza. Para que este sea sólo el primer paso del resto de mi vida.
Y luego trato de tener en mente que cuento conmigo. Que sólo yo sé lo que pienso y lo que siento. Y más importante, lo que quiero. Que sólo yo sé cómo reaccionaré y qué haré. Me recuerdo que sólo tendré mis manos para levantarme a mi misma y quitarme el sucio que deja la caída. Y vuelvo a pedir el tener la fuerza y el ánimo suficiente para hacerlo todas las veces que sea necesario.
Porque si hay algo que he aprendido en estos veinticinco años es que con los ojos fijos en el camino, un corazón lleno de fuerza y con el ánimo siempre tocando a tu puerta, no es válido perder.
Por favor. Por favor. Por favor...
3 comentarios:
tal día como hoy me hacía falta leer algo como esto
*abrazo*
(GRANDE)
Tal día como hoy, sólo puedo añadir una cosa a tu post: ¡que así sea! Ah, y que conste que yo tampoco soy religiosa!! Besos, Cindy.
"...aunque ande en valle de la sombra de la muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo"
no creo mucho en la biblia, creo mucho en ti.
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